HACIENDO UN CÍRCULO DE VIEJAS SABROSAS por Mary Judith Ress

"Cuando las abuelas hablan, la Tierra sana
 Cuando las abuelas rezan, la Sabiduría se revela
 Cuando las abuelas cantan, la Tierra se renueva"
 Boletín del Círculo de las Abuelas

Un grupo de amigas acá en Santiago, después de leer juntas el libro “Las diosas en las mujeres mayores: los arquetipos en mujeres después de los 50 años”, escrito por la sicóloga jungiana Jean Shinoda Bolen, decidimos convocar un círculo de mujeres mayores. Los requisitos: tener 50 años y/o ser post-menopaúsica y/o ser abuela.

Un poco de historia
Según Bolen, cuando las mujeres mayores se reúnen formalmente en un “círculo de sabias”, están re-haciendo lo que la humanidad ha perdido cuando las culturas indígenas y las culturas que alababan a la diosa fueron conquistadas. Cuando se forma, cada círculo nos hace recordar un tiempo en el que las mujeres mayores eran honradas por su sabiduría y les era reconocida su autoridad para guiar la comunidad. “Lo que existía y posteriormente fue prohibido existe aún en el subconsciente colectivo esperando ser reincorporado a la conciencia. No se trata de inventar la rueda de nuevo, sino de acordarnos de su existencia. Es equivalente a desbloquear una fuente que una vez fue un pozo”, dice Bolen, describiendo estos círculos.
¿Cómo se forma un círculo de mujeres mayores? Según Bolen, transformar un grupo que ya existe en un círculo o crear uno nuevo, depende en las mujeres que van a participar. Tienen que ser “viejas sabrosas”, con sabiduría y compasión, con una risa fantástica y mucha “alma”. Tienen que tener bastante rabia contra las injusticias en el mundo y ganas de trabajar por mejorar la calidad de vida de la comunidad. Tienen que estar ya en una edad sociológica en la que estén suficientemente libres de sus hijos y otras preocupaciones personales para realmente dedicar su energía a su comunidad — sea su barrio o el planeta.
Aunque cada círculo tiene su propio estilo, hay un patrón común en su funcionamiento.
Los círculos de las mujeres sabias se reúnen alrededor de la fogata, en honor a Hestia, la diosa griega del hogar, presente siempre en el fuego sagrado redondo en el centro de la casa, el templo o la ciudad. Estos círculos tienen un patrón de energía en la forma de una rueda. Cada mujer presente está conectada a las otras por medio de su conexión al centro del círculo y, a la vez, ella, en sí misma, es un centro; cada una tiene su lugar en la orilla de esta rueda de energía. El patrón invisible es sentido por cada una y la fuerza de la conexión crece y se fortalece con el tiempo. Cada vez que se reúne el círculo es como si otro nivel invisible se añadiera al patrón.
Las mujeres que participan en estos círculos de sabias tienen las cualidades que asociamos con las viejas sabias que conocemos —mujeres maduras con mucha sabiduría y compasión, un buen sentido de humor, un poco extravagantes en su modo de ser— ¡que se muestran a sí mismas!, capaces de actuar con decisión. A la vez, son bastante imperfectas, mujeres en la tercera edad de sus vidas conscientes de que están envejeciendo y no están tan lejos de la muerte. Saben que la vitalidad, la creatividad y la influencia que tienen en este momento es pasajera y que el tiempo que les queda es limitado y, por esta razón, precioso.
Puede ser que tengan muy poco en común — o mucho. No importa, porque en el círculo lo que se valoriza es la esencia de cada mujer en sí misma — su honestidad, su confianza, su risa sanadora y su compasión hace de cada círculo un santuario de autenticidad. La estructura de cada círculo es igualitaria en vez de jerárquica.
La resurrección de los círculos de mayores está basada en la práctica todavía vigente de
la Confederación del los Iroquois (las seis naciones de los Seneca) en lo que ahora es el Este de los Estados Unidos. Para los Iroquois, el bienestar de la tribu depende de las percepciones sabias y los juicios astutos de sus mujeres mayores, quienes forman el Consejo de las Madres del Clan. Estas Madres, escogidas por la tribu, son mujeres que tienen edad para tener hijos grandes pero, a la vez, todavía tienen mucha vitalidad para ser muy activas en los asuntos de la tribu. Las Madres a su vez escogen a los miembros del Consejo de la Comunidad, que es el consejo de los hombres.
En el Consejo de las Madres del Clan se reunían todas las preocupaciones de la tribu y, por consenso, decidían las prioridades para remediarlas. El Consejo de los hombres tenía el rol de resolver tales problemas con sugerencias de cómo proceder.
Los hombres no podían ignorar las peticiones de las Madres del Clan y, además, el consejo de mujeres tenía derecho a vetar la acción propuesta por el consejo de los hombres hasta llegar a un consenso en las medidas a tomar.

Nuestra experiencia en Chile
Dada la situación mundial tan precaria y violenta que estamos viviendo en estos momentos, un grupo de amigas decidimos convocarnos en un círculo de “viejas sabrosas” para abogar por la paz.
Éramos 13 mujeres, cuyos edades iban desde 49 años (cumplirá 50 en enero del 2002) hasta 71 años. Nos juntamos alrededor de un brasero y después de una bienvenida, una de nosotras contó la historia de los círculos de abuelas, basándose en el texto de arriba. A continuación, vaciamos el brasero sobre la tierra y pusimos piedras alrededor de nuestra fogata sagrada.
Con mucha solemnidad, una de nosotras habló de la diosa Hestia y su presencia en la fogata. Como mujeres mayores, somos como Hestia, más y más invisibles para la sociedad que no nos toma en cuenta, pero con más y más presencia para ser el centro del hogar — sea de la casa, el barrio, el planeta.
En silencio nos quedamos mirando la fogata por un buen rato, conectándonos con la energía del fuego.
Después, cada una tomó una vela roja que representaba a la diosa que reside en ella, la encendió y se presentó, diciendo por qué había venido a formar parte de este círculo y formulando la petición de tener luz y visión sobre la situación actual. Cuando la última mujer terminó de hablar, hemos empezado a circular alrededor de la fogata con las trece velas encendidas. Después de caminar un tiempo en silencio, cada una tomó un instrumento (un tambor o una maraca) y, sin parar de circular, hicimos nuestra propia música.
Cuando paramos, hubo comentarios y concluimos con la danza de las parteras, sintiéndonos parteras, como nuestras abuelas, de nueva vida.
Y para terminar —porque somos viejas sabrosas y parte del ritual de cada círculo es pasarlo bien compartiendo los frutos de la tierra— hemos compartido un buen vaso de vino chileno y otras “ofrendas” como quesos ricos, galletas integrales, maní y pasas.

Mary Judith Ress
Tomado de la página del Colectivo Conspirando
http://conspirando.cl/

3 comentarios:

Anónimo dijo...

en vias de formar el primer circulo de mujeres, este viernes, lo haremos para danzar, en circulo, pero tambien celebraremos , compartiremos nuestros proyectos, y organizaremos futuros grupos. pendiente el de las tejedoras, y de las abuelas sabias. seria como espacio en construccion, jajajaj, besos ailen, te amo

liceana dijo...

Hola, qué lindo y esperanzador lo que acabo de leer sobre nosotras, las mujeres sabrosas, viejas y sabias!
Vivo en Valparaíso, me encantaría participar de un grupo, soy psicoterapeuta hace años, antes estudié Pedagogía en Dinamarca donde viví 20 años, hace 16 años que vivo en Valpo. EXISTE ALGÚN GRUPO ACÁ EN VALPO?? y si no existe, podría participar de su grupo. La verdad es que aunque estoy acá hace 16 años, mis redes han sido limitadas a las vivencias antes de los 17 años...y armar nuevas redes no ha sido fácil..
buenas vibras, cariños, AMADA
amada.egana@gmail.com

mercedes dijo...

Cada vez creo mas en las sincronicidades, pues todo llega a mi mano sin buscarlo. Acabo de plantar la semilla de mi primer círculo de mujeres sabrosonas, me ha encantado la palabra, y os doy las gracias por compartir todo esto tan hermoso para ayudarnos a encontrar nuestro camino.
Un abrazo de otoño relleno de alegria.